Llega el momento de preparar las maletas para ir de viaje con los niños y también con sus mareos. Por suerte no todos los sufren, pero lo cierto es que a estas edades, la susceptibilidad a la llamada cinetosis es mayor. En barco o en coche, sea cual sea el medio de transporte elegido, las náuseas y los vómitos son algunas de las quejas más frecuentes entre los más pequeños.

El origen de estos problemas está en la contradicción de señales que le llegan al cerebro. «El mareo está provocado por el conflicto entre la vista y el oído, el oído interno detecta movimiento, pero los ojos, enfocados en un punto (por ejemplo el interior del coche), no lo detectan. Tal descoordinación puede generar una serie de síntomas: palidez, sudores, náuseas, incluso vómitos. Afecta, especialmente, a los niños entre los dos y los 12 años, sobre todo si van en coche o en barco. «En el avión, es más habitual el dolor de oídos y, dependiendo de lo prolongado que sea el viaje, también el jet lag. En el tren es donde menos malestar sienten los menores.

Pero estos contratiempos no dejan de ser simplemente infortunios que forman parte del viaje. No hay ningún medio de transporte vetado a niños sanos, ni edades específicas a partir de las cuales ya se puede viajar ni trayectos que por ser más largos estén desaconsejados. Sólo las compañías aéreas ponen una norma en este sentido y es para los bebés que aún no han cumplido una semana de vida. Conviene que superen esta edad para volar en un avión, «son demasiado frágiles aún».

Por lo demás, basta con tener algunas precauciones en cuenta. Si la familia opta por el avión, donde lo más frecuente son los dolores de oído por el cambio de presión, especialmente en el despegue y el aterrizaje, «es importante que el niño bostece, trague, beba líquidos o mastique un chicle. Si aún es un bebé, conviene darle el pecho, biberón o un chupete, incluso un analgésico unos 30 minutos antes de despegar (siempre con la recomendación de su médico)», explica Raquel Jiménez, pediatra del Hospital Niño Jesús de Madrid. En caso de que el viaje sea muy largo, dado que el efecto del analgésico suele ser de unas seis horas, habría que dar una segunda dosis media hora antes del aterrizaje».

Además, hay que ayudar al pequeño a «estirar el cuerpo, para facilitar la circulación de la sangre y para que el viaje le resulte más corto». Si ya no es un bebé, debería levantarse y caminar de vez en cuando por el pasillo.

Cuando el viaje se realiza en barco, y teniendo en cuenta que aquí los mareos son el principal problema, los expertos hacen algunas sugerencias. Antes de emprender el camino navegando, «hay que tomar una comida ligera y evitar alimentos grasos y aceitosos. Durante el viaje hay que intentar que el pequeño coma en pequeñas cantidades con frecuencia, esté bien hidratado y que mire hacia el exterior, a un punto fijo», señala la pediatra. Para esto, viene muy bien subir a la cubierta superior, ponerse en la zona central (donde se nota menos el movimiento) y mirar hacia el horizonte». No hay que olvidar, agrega, que el barco, cuanto más grande, más estable y menor riesgo de mareo hay.

En coche, la ventaja es que permite paradas en caso de necesidad, pero, en general, las indicaciones para prevenir la cinetosis son las mismas, aunque también convendría que el niño «usara un apoyacabezas, para reducir el movimiento de la cabeza y disminuir los mareos», argumenta la experta. Además, en cuanto las normas de seguridad vial lo permitan, «ir en el mismo sentido de la marcha también aminora estos problemas».

En cualquiera de las alternativas, una buena ventilación ayuda a evitar los mareos y, algunas veces, también puede usarse dimenhidrinato (30 minutos antes de salir), un medicamento que «inhibe la estimulación que se produce en el oído interno con el movimiento, las náuseas y los vómitos», es decir, trata los síntomas de mareo, náuseas y vómitos. Además, tienen un efecto de somnolencia, lo que hace más agradable el viaje.

El problema es que no se recomienda el uso en niños menores de dos años por una mayor incidencia de efectos adversos. «En estos casos, se puede elegir otro antihistamínico (hidroxicina) -siempre bajo la recomendación de su pediatra-, que tiene un efecto antivertiginoso y ayuda a tranquilizar al pequeño, pero también es cierto que hasta los dos años se marean menos», concluye.

FUENTE: DIARIO EL MUNDO

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