Varias ONG, dos farmacéuticas y la OMS son los tres protagonistas de un acuerdo gracias al cual se ha inmunizado a 764.665 niños contra la neumonía, la mayor asesina en el mundo de menores de cinco años

 

A un lado de la soga están las grandes farmacéuticas, al otro, las organizaciones humanitarias. En medio, como árbitro, la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las primeras son empresas privadas y, como tales, necesitan beneficios para seguir existiendo. Las segundas, tienen ante sí un amplio abanico de emergencias que atender y recursos limitados para hacerlo. Farmacéuticas y ONG viven en este constante tira y afloja, pero hay veces en las que quedan en tablas, o sea, que todos ganan y todos pierden un poco. Esta es la historia de un acuerdo que supuso una pequeña gran victoria que ha permitido vacunar contra la neumonía a 764.665 niños en algo más de dos años.

La neumonía es el mayor asesino mundial de menores de cinco años. La vacuna PCV no está incluida en el calendario habitual de los sistemas sanitarios, aunque sí está recomendada por la OMS hasta los 23 meses o los cinco años en casos de riesgo. En Francia, por ejemplo, las familias pagan unos 180 euros por ella. Los dos únicos fabricantes mundiales son Pfizer y GSK. En un campo de refugiados en el que se duerme en tiendas de campaña y hay temperaturas bajo cero y malas condiciones higiénicas, la bacteria de la neumonía causa estragos.

 

Hasta 2017, cada vez que una organización humanitaria quería administrar esta vacuna durante una crisis, debía negociar con los laboratorios su adquisición a bajo coste. A veces se lograba y a veces no. En unas ocasiones se acordaba un precio, pero las dosis tardaban cinco meses en llegar, en otras, las organizaciones debían realizar un desembolso mayor del esperado. Esto ocurrió, por ejemplo, en mayo de 2016. En campos de refugiados de Grecia, Médicos sin Fronteras (MSF) había realizado previsiones de inmunizar contra esta bacteria a cientos de niños que viven en lugares como Lesbos, pero fue imposible obtener las dosis por parte de los laboratorios. Acabaron comprándolas ellos mismos en las farmacias.

 

Ante esta situación varios actores dedicados a la salud global empezaron a plantear la necesidad de una solución ya en 2008. Hace tres años pusieron encima de la mesa de la OMS una propuesta en firme: cuando se produce una situación de emergencia humanitaria, las vacunas tienen que ser más baratas y estar disponibles rápido. El mecanismo que planteaban era más o menos sencillo: las ONG o entidades de la ONU debían presentar una solicitud a la OMS, que daría su visto bueno y supervisaría, mientras los laboratorios las tenían que suministrar lo antes posible.

 

Miriam Alia es enfermera y forma parte de MSF: «Por un lado este sistema obligaba a que no todo dependa de lo que quieran las ONG y por otro facilita la manera de rebajar el precio de esta vacuna». Tras varias conversaciones, en 2017 llegó el acuerdo. Un café para todos que permitió crear el mecanismo de emergencia. La OMS, Unicef, MSF y Save the Children lo presentaron. Pueden disponer oficialmente de dosis a 2,9 dólares, una cantidad considerablemente más baja que en una farmacia.

 

En el camino hasta lograrlo, hubo numerosas subidas y bajadas. Incluida una campaña machacona de MSF que colocó una cuna con 2.500 flores en la puerta de una farmacéutica. Una por cada niño que muere cada día de neumonía. «No somos tan ingenuos como para pensar que un laboratorio tiene que ser humanitario, no están para eso, pero sí tratamos de fomentar que existan voces críticas dentro de las propias compañías», asegura Alia.

 

Cuando van a cumplirse dos años del acuerdo, un grupo de especialistas entre los que se encuentra esta profesional ha publicado en la revista de la OMS una evaluación de este periodo. El artículo recalca que, de los 764.665 menores que han sido inmunizados, 4.800 recibieron su dosis en un país de ingresos altos: Grecia. «Lo más relevante de ese caso en concreto es que se admitió que lo que se vive en los campos de refugiados griegos es una emergencia humanitaria y no solo lo que experimentan los refugiados antes de llegar a ellos», apunta Alia. Además, el mecanismo se ha utilizado en República Centroafricana, Nigeria, Níger, Sudán del sur y Siria.

 

El sistema tiene algunas limitaciones. Los Estados no pueden utilizarlo, algo que sería fundamental en lugares en los que miles de desplazados dependen directamente del Gobierno, como es el caso de Líbano y Jordania. Estos dos países albergan a más de un millón de refugiados y ninguno supera los 10 millones de habitantes. Por otro lado, el acuerdo solo se alcanzó con la vacuna de la neumonía y muchos especialistas, entre ellos los que firman este artículo en la revista de la OMS, piden que se amplíe a otras dosis.

 

FUENTE: elpais.com

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