Diseñan un nuevo sensor ‘wireless’ para medir las constantes vitales a los recién nacidos en sus estancias hospitalarias que elimina incomodidades y facilita la lactancia y el contacto piel con piel con la madre

 

Incubadoras, máquinas, monitores, alarmas, el ambiente de una unidad de cuidados intensivos es lo menos parecido al tranquilo, cálido y protector vientre de una madre para un bebé que nace antes de tiempo. Su pequeña vida va a pasar por momentos cruciales en este lugar en el que luchará por sobrevivir durante varias semanas. Pegado a su diminuto cuerpo, un enjambre de cables vigilará que su corazón lata, que el ritmo sea el adecuado, que respire correctamente, que el peligro esté controlado. Pero esa maraña daña su delicada piel, dificulta al personal médico sus cuidados más básicos e impide a sus padres abrazarlo para darle ese cariño que tanto ansían.

La tecnología inalámbrica, que ha eliminando las conexiones electrónicas por contacto, ahora puede jugar un papel importante y evitar, de una vez por todas, que los recién nacidos salgan adelante enchufados a un aparato. Gracias a ella, un grupo de 45 pediatras, dermatólogos e ingenieros de la Universidad estadounidense de Northwestern (Illinois) ha desarrollado un biosensor sin cables que registra las constantes vitales de los neonatos y se comunica con una antena receptora ubicada bajo el colchón de la cuna. Desde un simple teléfono móvil o una tableta, una aplicación permite el acceso a esos datos que llegan a una estación central por ondas de radio. Así, los médicos y las enfermeras pueden monitorizar al bebé y conocer, en todo momento, cómo se encuentra. Este avance hace más fácil la tarea de los especialistas, es más cómodo para el niño y facilita que sus padres puedan, por fin, sostenerlo.

El biosensor consta de un parche muy fino de silicona, con pequeños electrodos ultradelgados que miden la temperatura, la frecuencia cardíaca, respiratoria y la presión arterial. Además proporcionan mediciones avanzadas, como el flujo sanguíneo la función cardíaca y variaciones de la presión arterial durante el transcurso del día, que son clínicamente importantes y que antes no se podían registrar.

No lleva pila, es muy flexible y se adhiere fácilmente a la piel del tórax una vez humedecido con agua. «Hemos tenido mucho cuidado en elegir componentes como la silicona (que se tolera muy bien en comparación al látex) y sustancias mínimamente adhesivas que tengan un riesgo de sensibilización por contacto muy bajo o nulo», ha explicado a Elmundo.es la autora principal del estudio publicado en Science Amy Paller, dermatóloga, pediatra y directora del Centro de Investigación de Enfermedades de la Piel de la Escuela de Medicina Feinberg (Universidad Northwestern, EEUU).

Se trata de un instrumento menos invasivo que sustituye a los cinco o seis cables, electrodos y adhesivos que se suelen colocar a cada bebé. El método tradicional a menudo lesiona su frágil piel, produciendo erupciones, ampollas y cicatrices que de complicarse pueden dejar marcas de por vida. Por otro lado, permite el contacto piel con piel entre madre e hijo, tan importante para los recién nacidos. Esta interacción, que reduce el riesgo de complicaciones pulmonares, problemas hepáticos e infecciones, resulta ahora muy dificultosa a través de los cables. Además, como el parche es transparente, es compatible con las técnicas de imagen de rayos X, las resonancias magnéticas y las tomografías computarizadas.

«Es un gran avance que esperábamos desde hace tiempo», ha señalado a este periódico Manuel Sánchez Luna, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y presidente de la Asociación Internacional de Neonatología. «El cuidado intensivo neonatal precisa de una tecnología muy compleja. Los sensores actuales necesitan una conexión por cable, lo que hace, a veces, muy complicada la manipulación de los mismos y de los propios pacientes», ha añadido.

Sánchez Luna cree que podría aplicarse en casi todos los neonatos y que ofrece la posibilidad de reducir los riesgos de desconexión de los pacientes. «La mayoría de los recién nacidos de las UCIs, cuando están estables, son puestos en contacto piel con piel con sus madres. El cableado de los sensores actuales dificulta en gran medida esta movilización y provoca con frecuencia el disparo de alarmas no reales», ha destacado.

Sin embargo, para este especialista en cuidados intensivos de pediatría, la nueva tecnología inalámbrica plantea a su vez serios problemas. «Cada vez hay un mayor número de dispositivos inalámbricos que se conectan a los pacientes en el ambiente hospitalario. Sus ventajas son evidentes, pero el riesgo de interferencias, accidentales o voluntarias genera dudas acerca de la seguridad de los mismos», ha dicho. «En un futuro necesitaremos más biosensores combinados, que en apenas un sólo dispositivo podamos recoger la información vital de los pacientes. El reto será mantener la seguridad de la conectividad y evitar los riesgos de interferencias en los centros hospitalarios», ha afirmado.

DISPONIBLE EN DOS AÑOS

Según publica este jueves la revista Science, este biosensor inalámbrico ya ha sido probado con éxito en 70 recién nacidos y, en comparación con los sistemas tradicionales que proporcionan estos datos mediante cableado, los resultados han sido igual de precisos y seguros. En Estados Unidos, se espera que estén disponibles en dos o tres años, mientras que la comunidad internacional ya trabaja para que también llegue a países en desarrollo como Zambia, India o Pakistán.

El precio de cada parche ronda los 9 euros, pero, dado que más de un dispositivo puede conectarse por vía remota a un único terminal, podrían ahorrarse aparatos y abaratarse de forma notoria el coste final de esta tecnología. «Hemos unido más de 6 dispositivos a un solo móvil. Esto permite controlar a varios bebés con una sola tableta, lo que permitiría que una sola enfermera o un médico vigile a varios bebés. Además, también reduciría los costos», ha corroborado a este medio Shuai (Steve) Xu, codirector del trabajo y director médico del Centro de Electrónica Bio-Integrada de la Universidad Northwestern.

 

APLICABLE A OTROS PACIENTES

Este biosensor inalámbrico, que podría cambiar la forma en que se monitorea a los bebés en todo el mundo, a los prematuros o a aquellos que presentan una enfermedad debilitante, puede aplicarse a su vez a otro tipo de pacientes. «Ya se está implementando en otras unidades de cuidados intensivos dentro de nuestro sistema hospitalario, con niños y adultos, así como en la monitorización durante el embarazo«, ha asegurado Paller.

Hay que destacar, además, que el dispositivo proporciona al médico una información continua, en lugar de un registro de un único dato en el tiempo, lo que puede resultar de gran utilidad para la vigilancia de ciertas dolencias. «Ya están en proceso distintas variedades de dispositivos con sensores pequeños y flexibles que, más allá de recoger signos vitales, pueden desde medir la temperatura para estudiar una inflamación a detectar la mejoría de enfermedades de la piel que cursan con picor o medir el sudor», ha adelantado Paller.

 

 

 

Fuente: elmundo.es

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