La unidad de neonatología del hospital de Bathalapalli, en India, ha logrado reducir la mortalidad infantil del 4,7% al 1,5% en cinco años

 

«Sin el hospital pediátrico de Bathalapalli (India), la mayoría de los bebés que sobreviven gracias a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de neonatos habrían muerto. Sus padres no podrían costearse esta atención médica de calidad en ningún otro lado». Las palabras del doctor Dasaratha Ramaiah, jefe de Pediatría del centro que creó la Fundación Vicente Ferrer (FVF) hace casi dos décadas, son claras. El hospital, situado a unos 30 kilómetros de la ciudad de Anantapur, se ha convertido en la oportunidad de vivir para muchos recién nacidos de 1.280 pueblos del sur del país. Su logro: reducir la mortalidad infantil del 4,7% (con 1.334 ingresos) al 1,5% (con 1.523 ingresos) en tan solo cuatro años.

La luz de la sala es azulada y muy tenue. Los ruidos casi inexistentes. Los bebés, casi siempre prematuros, con un peso inferior a 1.500 gramos o con necesidad de soporte respiratorio, duermen en las 30 incubadoras con las que cuenta la UCI. Lo hacen en una especie de cojines más mullidos a los extremos que simulan ser dos brazos que los acunan y que son tejidos artesanalmente por un sastre de la comunidad. Cubren todo su pequeño cuerpecito y hacen que se sientan arropados. Al lado de las incubadoras, algunas madres se sientan varias horas al día para practicar lo que se conoce como método canguro. Se colocan al bebé piel con piel sobre el pecho para que se alimente y les proporcionan calor. Según el equipo médico, todos estos cuidados que se han establecido en los últimos años en la unidad reducen el estrés de los bebés y mejoran los periodos de descanso, lo que se traduce en mejores resultados en su neurodesarrollo y en una menor estancia hospitalaria.

El doctor Ramaiah viajó a Barcelona el pasado mes de octubre para compartir estas y otras experiencias con colegas españoles para mejorar los protocolos de atención a los recién nacidos. No puede ocultar su alegría cuando habla del reciente premio que el Foro Nacional de Neonatología de India ha otorgado a la UCI neonatal de su hospital para reconocer cómo sus tratamientos en las áreas de cuidados intensivos, intermedios y de observación han mejorado y se han incrementado los recursos materiales para una mejor atención a los bebés. Una labor imprescindible en un país que concentra el 24% de las muertes neonatales del mundo, seguida por Pakistán (10%) y Nigeria (9%), según datos de Unicef.

Dos abuelas bañan a sus nietos en el Hospital Pediátrico de Bathalapalli (India).

«Este reconocimiento ha motivado a todo el personal a seguir manteniendo el trabajo de buena calidad que han estado haciendo todos estos años y ha supuesto exponer a escala nacional el alto estándar de cuidados que brindamos en Bathalapalli. Esto está atrayendo cada vez a más profesionales a trabajar en nuestro hospital rural”, cuenta Ramaiah a través de correo electrónico. Y no es para menos, porque en India hay cuatro veces más trabajadores de la salud por persona en áreas urbanas a pesar de que más del 70% de la población vive en zonas rurales. Los datos son esclarecedores. Hace 40 años en Anantapur había una enfermera por cada 8.000 habitantes, hoy solo la sala de la UCI neonatal cuenta con 30 enfermeras y cinco médicos.

No existe una fórmula mágica para reducir la tasa de mortalidad infantil, sino años de trabajo y esfuerzo por parte de los médicos indios y también españoles. «Cada año, unos 25 doctores españoles viajan a Anantapur para mejorar los proyectos de salud de la fundación en áreas como pediatría, ginecología, obstetricia o cirugía. Cada uno de ellos trabaja con un médico indio que posteriormente visita también España para seguir su formación. Lo que hacemos es consensuar los protocolos para ir mejorando juntos», cuenta por teléfono el doctor Ferrán Aguiló, coordinador de Sanidad de la FVF. «Tenemos un programa de diagnóstico precoz con un equipo formado por médicos de ambos países de problemas auditivos, visuales y neurológicos en los bebés. Juntos estudiamos los casos, que después se tratan en el mismo hospital o se derivan a Bangalore o Hyderabad”, concreta.

En Bathalapalli, los protocolos de control de infecciones y de limpieza se aplican con rigor. El lavado de manos es estrictamente obligatorio para cada persona que entra por la puerta de la UCI. También el protocolo de almacenamiento de la leche materna ha mejorado. Desde 2013, se realiza en pequeños contenedores de acero, sustituyendo las tazas de barro que se utilizaban anteriormente para beber té chai. Este hecho evita que la leche se contamine, disminuyendo las infecciones.

Para salvar la vida de los bebés, el trabajo del equipo médico empieza mucho antes de que estos hayan nacido. Con más de 4.500 partos al año, solo en el hospital de Bathalapalli, el seguimiento de las madres gestantes es fundamental, ya que muchas sufren complicaciones durante el embarazo, como anemia, diabetes o eclampsia. Pero es difícil que estas acudan al hospital para realizarse las revisiones médicas pertinentes debido a la falta de cultura sanitaria, sobre todo en estas zonas rurales. Por eso, los más de 4.300 talleres de sensibilización que ha impartido la FVF sobre la importancia de que las mujeres asistan a revisiones médicas y de tener hábitos de vida saludables, una nutrición adecuada y unas prácticas de higiene para prevenir enfermedades transmisibles, han sido fundamentales para reducir el número de bebés que necesitan las incubadoras u otros tratamientos al nacer.

 

Una profesora y sus alumnos en la escuela de Edula Mustur (India).

 

 

«Los niños recién nacidos se quedan casi siempre con la abuela porque la madre tiene que volver al campo a trabajar. A veces compran leche de fórmula, pero les resulta cara y la diluyen demasiado. También les dan leche de cabra o esperan a alimentar al niño al final del día cuando la madre regresa del campo. En el hospital se las sensibiliza sobre la importancia de dar el pecho”, explica Núria Torre, pediatra especializada en neonatología que pasó seis meses trabajando en la UCI de Bathalapalli. El equipo de la fundación también lucha en estos talleres contra las supersticiones en las embarazadas que dictan, por ejemplo, que si la madre vomita solo puede beber un vaso de agua con chili al día. Estas prácticas agudizan la anemia y el déficit de vitaminas de las madres.

La lucha contra la mortalidad infantil sería más difícil sin ellas, las mujeres del sari verde. Este indumento las identifica como trabajadoras de salud rurales, que complementan la red hospitalaria existente, dando una atención primaria en las aldeas alejadas de los hospitales. Se encargan de la atención prenatal e infantil y explican nuevos hábitos sanitarios para mejorar la salud de las embarazadas. Además, se encargan de los programas de vacunación contra la polio o la malaria y de atender los problemas básicos de salud. Ellas son el primer eslabón para acabar con la mortalidad infantil.

 

 

Fuente: elpais.com

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