Julio Maset, médico de Cinfa, explica los pros y contras de unos y otros y dónde colocarlos

 

Cuando la fiebre aparece en los niños la reacción más inmediata es conocer qué temperatura tiene para tomar medidas. Sin embargo, una de las conversaciones más habituales entre los padres es determinar qué termómetro es el más adecuado y dónde colocárselo al pequeño.

 

Según explica a ABC Julio Maset, médico de Cinfa, los de cristal y los de mercurio «deben quedar totalmente descartados». Asegura que pueden resultar peligrosos porque los niños a edades tempranas son muy inquietos y un movimiento brusco puede hacer que se rompan produciendo un riesgo de heridas en el pequeño. «Además, en ocasiones es difícil determinar la temperatura exacta que marca porque depende mucho de la posición en la que se mire, ya que parecerá que mide más o menos rayitas. Aún así —matiza— no hay que obsesionarse con la temperatura exacta y conviene no actuar hasta que sobrepasa los 38 grados porque no hay que olvidar que la subida de temperatura en el cuerpo es un mecanismo de defensa para acabar con los gérmenes». Añade que en casi todos los hospitales ya se han retirado los termómetros de cristal y se han sustituido por los digitales por su mayor precisión.

 

Por todo ello, se inclina por utilizar un termómetro digital que debe estar marcado por la CE para ser fiable. «Su lectura es muy exacta, se ve fácilmente y, además, avisa con un pitido cuándo ha finalizado la medición».

 

Respecto a si debe colocarse en la boca, axila o recto, este experto considera que la boca es muy fiable, pero siempre se deben tener precauciones como, por ejemplo, que el niño no acaba de beber un líquido frío o muy caliente, lo que puede modificar la temperatura del termómetro. También tiene el inconveniente de que hay que prestar mayor atención a su correcta higienización después de cada uso.

 

La axila no es recomendable para los menores de tres meses, pero si se opta por ella es conveniente quitar la camiseta al bebé y ajustar bien el termómetro a la piel presionando un poco. «Lo ideal es la medición rectal, pero es una opción que no suele gustar a los padres porque les desagrada la idea y piensan que van a hacer daño a su bebé. En el caso de la opción rectal tampoco se debe usar nunca un dispositivo de cristal».

 

Una de las mejores alternativas para este doctor es el termómetro que mide la temperatura a través del oído, pero reconoce que tiene un coste más elevado.

 

En cualquier caso, señala que no hay que obsesionarse y que, además de la fiebre, lo que hay que hacer es observar es si el niño respira bien, está correctamente hidratado y evitar arroparle mucho o dejarle desnudo.

 

Fuente: abc.es

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